Para no romper la
tradición, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que visité estos lugares,
pero bueno, aún tengo 40 años y de aquel entonces a hoy puedo decir que algunas
cosas han cambiado, no muchas pero sí importantes. Dicen que “cuando una puerta se cierra, otra se abre”…
Yo prefiero pensar que los caminos que transitamos no tienen puertas, solo
intersecciones que nos pueden llevar en muchas direcciones y a diferentes
destinos. Abiertas o cerradas las puertas nunca se mueven, quien se mueve es uno
y estar en movimiento siempre es positivo.
Los últimos años
(nueve para ser exacto) los dediqué a un gran proyecto, en términos de
escalador diría que fue como subir una gran pared. Para éste tipo de paredes en
lo primero que te fijas es en tu cordada, no sólo debes confiar en ella, sino
que debes asegurarte de que tenga aún más experiencia que tú, de esa manera el
aprendizaje está garantizado. En las grandes paredes se pasa frío, se tiene
hambre y el cansancio puede ser mucho, pero las risas no faltan, se tiene una
gran vista y el avance de cada paso, de cada secuencia y de cada largo
representa una pequeña conquista. Mientras más dura es la ruta, más grande es
el placer de escalarla.
Tuve la oportunidad
de formar parte (casi desde el inicio) del proyecto de ALTA Vertical. No puedo
decir que lo vi nacer (al menos no desde dentro), pero sí puedo decir que lo vi
crecer y eso generalmente es más importante. Por alguna extraña razón podrías
perderte el nacimiento de un hijo, pero de ninguna manera deberías perderte sus
primeras sonrisas, su primer palabra, los primeros pasos. Su primer diente
caído, su primera recitación o su graduación. Escalando… su primer 5.9, su
primera punta y menos aún el primer encadene. Y sí, en nueve años me tocó ver
muchísimos encadenes, algunos desde la posición del asegurador, otros sólo
dando ánimos para que alguien más encadenara y otras veces siendo quien puntea,
quien pone el yoyo.
Como en toda pequeña
gran empresa me tocó hacer de todo, desde cambiar un foco, hasta empacar cientos
(o miles) de Grigri´s; desde llevar una computadora a reparar, hasta trabajar
en la realización del Petzl RocTrip México 2010; desde sentarme a tomar un
curso, hasta dar una y otra vez diversos talleres, clínicas y los mismos cursos
antes tomados; desde comer una torta mientras manejas en la autopista rumbo a
un evento, hasta compartir la mesa con algunas personalidades de la industria;
escribir y contestar miles de correos, hacer presentaciones, enseñar a poner
anclajes, aprender a hacer rescates en cuerdas, contestar teléfonos, subir,
bajar, ir y venir. En fin, en nueve años hay tantos amaneceres y atardeceres
para compartir que la lista sería interminable.
Pero incluso las
grandes paredes tienen un final, una cima, un punto donde se debe retornar al
suelo y quizá ésta es la parte más triste de la escalada, justo antes de
comenzar el descenso sabiendo que quizá no vuelvas a posarte en esa cumbre,
sabiendo que quizá no vuelvas a hacer cordada con ese gran compañero, sabiendo
que quizá esa montaña de sueños que un día los unió, será la misma que más
adelante los separe. Sí, sin duda es la parte más triste. Pero es necesario
bajar y regresar con bien a la base de la pared, de lo contrario no sería
posible posar la mirada sobre la siguiente cumbre, porque siempre hay una
esperando ser conquistada.
Hoy no me queda más
que agradecer la oportunidad que tuve, fue única y aunque en ocasiones
desgastante, sin duda fue maravillosa. Di lo mejor que tengo y lo seguiré
dando, que para eso estamos aquí, para llevar la mirada en alto (incluso cuando
vemos hacia atrás). No importa si el sueño por el que trabajamos es adoptado o
si efectivamente es nuestro propio sueño. Si transitamos por el mundo de los
sueños, tarde o temprano podemos despertar en uno grandioso.
Así que a seguir
soñando. ¡Work hard, play harder!