domingo, 9 de octubre de 2016

Mi regalo favorito.

Desde hace algunos días (y durante los últimos años por éstas fechas), las personas cercanas a mi comienzan a preguntarme qué me gustaría de cumpleaños y mi respuesta siempre es la misma. No es que no me gusten los regalos o las sorpresas, pero como le dije hace tiempo a un amigo, hablando de lo material “me siento afortunado porque necesito poco y lo poco que necesito, también lo necesito poco”.


Ahora sí puedo decir que… A lo largo de mi vida (literalmente), he gozado del tipo de fortunas que un hombre rico no necesariamente podría presumir. Durante 42 años he contado, primero que nada, con el cariño de una familia, eso en sí mismo ya resulta un tesoro. Pero además nunca me ha faltado techo y comida, lo cual es invaluable. Y aunque de vez en cuando suelo enfermarme (¿y quién no lo hace?), puedo decir que siempre he gozado de buena salud. Vamos, que el corazón a todos alguna vez se nos ha roto, pero de eso siempre podremos culpar a Cupido.


Nunca me faltó educación y siempre he tenido trabajo. Aquí debo hacer una pausa para decir que ambas cosas son buenas en la medida que no se conviertan en todo, de lo contrario nos perderíamos de mucho. Ni las mejores lecciones las he aprendido en la escuela, ni mis más grandes riquezas las he acumulado por el trabajo.

A un nivel más personal, podría decir que me he cruzado en el camino con gente valiosa y aunque no con muchos, pero sí con grandes amigos. Y lo más importante, es que puedo afirmar que encontré una pasión y una pareja, en éste caso, en ese orden. A la primera la encontré por casualidad, a la segunda la encontré por fortuna.


La suma de todo eso ya es en sí mismo un muy grande regalo. Así que como dirían por ahí… ¿Qué más puedo pedir? Y es que sé que, si pudiera pedir algo, ni la gente que más me quiere me lo podría conceder. Sé que me encantaría, por ejemplo, compartir una cena con mi padre o una escalada más con un buen amigo, pero ninguna es posible. Y es por eso que prefiero no pedir un regalo, sino mejor pedir un presente. Y ese presente es hoy, aquí y ahora, haciendo lo que más me gusta con quienes más quiero.

Como el nombre de aquella ruta, ese sin duda es “Mi regalo favorito”.




lunes, 15 de febrero de 2016

¿De regreso a las competencias?

Al cumplir 41 años decidí “inventarme” un proyecto que me ayudara a permanecer motivado, pero sobre todo que me empujara hacia terrenos poco transitados. Es decir, no sólo seguir llevando mi escalada tan lejos como me sea posible, sino también probar nuevas vertientes, volver a poner en práctica las que habían quedado en el baúl de los recuerdos y aprovechar todo lo que resulte de utilidad para seguir creciendo.


Enfocado al 100% en el proyecto de TOKA la escalada pensé que tendría más tiempo libre que antes, pero la verdad es que afortunadamente sigo tan ocupado como siempre y eso me ha hecho seguir optimizando al máximo mi tiempo. Y aunque aún no regreso en forma a mi entrenamiento habitual, empiezo a ver resultados positivos.


Hace unas semanas logré el 3er ascenso de “Doomsday”, una línea que sin duda se convertirá en uno de los clásicos de Jilotepec. Al principio todo apuntaba que sería un nuevo 5.14a de la zona, pero creo que el tiempo lo consolidará como un 5.13d brutalmente divertido; y es que en lo personal prefiero los 5.13d duros, que los 5.14a “fáciles” (si se les puede llamar así).


Y para dar continuidad a mi proyecto 40+1, recibí una propuesta que formaba parte de mis planes a retomar, pero he de reconocer que llegó sorpresiva y repentinamente, casi casi de rebote (o mejor dicho de rebote). Me invitaron a participar en la competencia de exhibición del 1er Abierto de Bloc-E en la categoría PRO. Siempre he pensado que las buenas oportunidades no son las que se presentan, sino las que se aprovechan, así que decidí aprovechar la oportunidad de participar con algunos de los escaladores más fuertes de México en la modalidad de boulder, que definitivamente no es mi especialidad.


Tenía prácticamente 13 años sin competir formalmente y menos compartiendo la categoría con tremendas máquinas, quienes en dicha modalidad no sólo me pueden doblar la fuerza, sino que además casi les podría doblar la edad. Pero desde que recibí la invitación mis objetivos fueron bastante claros: DIVERTIRME (como nunca antes en una competencia, porque en realidad nunca las disfruté y por eso me alejé de ellas); APRENDER ALGO NUEVO (toda experiencia debe traer consigo aprendizaje); y DAR LO MEJOR DE MI (si no, para qué ir).


Definitivamente cumplí mis objetivos e incluso superé mis expectativas. Tal y como lo leí alguna vez: “Las manos en la roca, los pies en el suelo”. Para poder ganar se tendrían que haber alineado los astros como 2 mil veces, pero para superarme a mí mismo sólo fue necesario decir sí a la invitación. A mis 41 años me divertí como niño en feria, me traje nuevas enseñanzas a casa y sé que di lo mejor que tenía ese día. Pero lo mejor, fue que pude compartirlo con quienes más amo en ésta vida.


Gracias má (y familia) por seguir creyendo en mí y en mi escalada; gracias TUTU por siempre estar ahí; y gracias a mí mismo por darme la oportunidad de no tener miedo a fallar.