domingo, 12 de octubre de 2014

¿A qué piso?... Al cuarto por favor.

¿A qué piso?... Al cuarto por favor.

¿Al cuarto?... Sí por favor.


Se suelen escuchar muchas teorías en torno a la edad, que si es cosa mental o cuestión de actitud, que lo que envejece es el cuerpo pero nunca el alma, que la edad no importa siempre que uno se sienta joven, entre muchísimas cosas más. Personalmente creo que “cada quien habla como le fue en la feria”.

Podemos pasarla en el Carrusel, dando vueltas y vueltas sin llegar a ningún lado; o tener subidas y bajadas estrepitosas como en la Montaña Rusa; también podemos ir golpe tras golpe como en los Carritos Chocones; o bien subirnos al Tren del Amor, que en ocasiones parece más bien El Ratón Loco (o La Casa del Terror). Pero mientras más larga es la fila más prometedor es el juego, ¿o no?

 

Risas, llanto, gritos, tensión, alegría o miedo, al igual que durante los dos minutos de un juego, éstas emociones las experimentamos día a día, cada minuto y durante toda la vida. Sólo el tiempo dirá si la trayectoria del Kilahuea es la que “debemos” seguir, primero de abajo hacia arriba y luego de arriba hacia abajo… o si preferimos ir en una sola dirección, pero tan lejos como sea posible.

Planta Baja.
Dependiendo de en qué piso estemos, es probable que no seamos conscientes de ésta etapa o que la hayamos olvidado, pero debería de permanecer firme en nuestra memoria para recordarnos algunas cuestiones simples de la vida, por ejemplo, cómo podemos aprender jugando y que es más divertido mojarse bajo la lluvia que refugiarse de ella. Una parte de nosotros debería quedarse inmóvil en ésta planta, sin el más mínimo deseo de comenzar a subir. En la Planta Baja todo parece sencillo.

 

Primer Piso.
Aquí es donde todo se empieza a complicar. Escuela, novi@s, tareas, sin un peso en la bolsa porque tu única obligación es estudiar (y tender tu cama, arreglar el cuarto, pasear al perro, ir a la tienda… etc., etc.) y seguir estudiando. Pasamos media vida estudiando para terminar trabajando, en el mejor de los casos, en cosas que poco tienen que ver con lo que estudiamos. En éste piso nuestras decisiones comienzan a tener consecuencias. Estudiar o trabajar, qué estudiar, por quién votar o qué vicios agarrar. En mi caso, mi vicio se llamó ¡escalar! Y como dije antes, aquí es donde todo se empieza a complicar, porque ¿Quién dijo que escalar es sencillo? Si quieres llegar tan lejos como sea posible, no lo es pero bien vale la pena intentarlo.

 

Segundo Piso.
En éste piso se van fraguando muchas cosas. En mi caso escalé y viajé más que nunca. Decidí estudiar la universidad pero me apuré a terminarla tan rápido como fuera posible con la idea de seguir escalando y viajando… y así fue. Por cierto, durante la universidad nunca dejé de entrenar, incluso me parecía más sencillo concentrarme y estudiar para un examen después de un buen día de aventuras por el cerro. Cuando realmente queremos hacer las cosas, podemos con más de dos al mismo tiempo (hoy en día lo reafirmo). Viendo fotos es fácil regresar y extrañar el Segundo Piso.

 

Tercer Piso.
Cuando llegas a los “treinta´s” parece que nada podría ser peor y por primera vez comienzas a sentirte “viejo”; cada vez es más frecuente que cuando se refieren a ti ya no seas más el “oiga joven”, sino el “disculpe señor”… ¿Señor? Pero en realidad no tiene por qué ser peor ¡De ninguna manera! Al menos en mi caso ha servido para ir dando forma al resto del edificio.


  

En éste piso encontré un balance positivo. Con el paso de los años mi escalada sigue mejorando, quizá muy poco a poco y mucho más lento de lo que me gustaría, pero aún sigo avanzando. Lo mejor es que puedo compartirla a diario con quien más quiero; aunque seguramente todos lo decimos, me tocó la mejor familia (es cierto!); tengo grandes mini mascotas; amigos totalmente irremplazables; un trabajo en el que creo; y desde hace tres años un proyecto que dejó de ser un sueño para convertirse en una realidad.


Hace tiempo un amigo me dijo “work hard and play hard” (textual porque es gringo) y aunque ni la frase ni la filosofía eran nuevas para mí, a diario intento no olvidarla. Como dice mi tío favorito… “Chingale hasta que apeste a ajo”. Trabajar duro y jugar fuerte no es una regla u obligación, es una convicción.

Cuarto Piso.
Disculpe señor, ya llegamos. ¿A dónde?... Al cuarto piso.


¡Bienvenido y que los siguientes 40 sean aún mejores… ¡Motivado!