sábado, 30 de junio de 2012


Javier Canché, un constructor de sueños.

Dice un famoso autor que “la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace la vida interesante”, pero en tu caso yo añadiría que no se trató de un sueño, sino de la construcción permanente de ellos, tanto de los propios como de los ajenos, sin importar cuán simples o difíciles parecieran.



Recibir la noticia de tu partida, al menos en mi caso, fue tan duro como recibir la de la partida de mi padre, que si algo tienen en común más allá de que los dos se llamaban Javier y que ambos partieron a ese nuevo viaje desde Mérida, es que se nos fueron antes de tiempo y que la ausencia de uno duele tanto como la ausencia del otro.

Hace unos días, tu mamá nos pidió platicar algunas historias, anécdotas o experiencias que hubiéramos compartido contigo, hablaron algunos de tus grandes amigos mientras todos escuchábamos con atención; todas fueron historias divertidas y cómo podría ser de otra manera tratándose de ti. En cierto momento me pidió también a mi compartir algo y fue poco lo que pude decir, no solamente porque la voz se me cortaba, sino porque quería transmitir algo que realmente te caracterizara, además de lo divertido.



Estando ahí, sentado frente a todos, solamente pude decir que las historias de escalada eran muchas y entonces me limité a platicar como nos ayudaste a construir un pequeño pero ansiado sueño; fui muy breve, el más breve diría yo, pero desde ese momento me vino a la mente compartir tu verdadera esencia, la de un constructor de sueños, como dije al principio, de los propios y de los ajenos.

Porque tu esencia está plasmada en innumerables lugares y cosas, pero más allá de eso, todos los que tuvimos la fortuna de conocerte, sabemos que algo de ti se quedará por siempre en nosotros también. Construiste agarres, construiste muros, construiste rutas (entre muchísimas otras cosas que hiciste) y estoy seguro de que todos por lo menos una vez soñamos en esos agarres, en esos muros y en esas rutas.



Habrá quienes soñaron desde ser campeones nacionales, hasta quienes sueñan con ser campeones del mundo; desde quienes soñaron tener un muro en casa, hasta quienes deseamos un espacio para compartir la escalada; desde quienes escalaron una vez en su vida sin imaginar que fuiste tú quien trazó la ruta, hasta quienes llevamos más de media vida escalando y hemos soñado una y otra vez subiendo tus rutas.

Y citando nuevamente al autor “tú has sido capaz de cumplir tu Leyenda Personal, aquello que siempre deseaste hacer; porque seas quien seas o hagas lo que hagas, cuando deseas con firmeza alguna cosa, es porque este deseo nació en el alma del Universo, es tu misión en la Tierra y cuando es así, todo el Universo conspira para que realices tu deseo”. Y así fue.



Definitivamente hubo muchas historias, anécdotas y experiencias, días de escalada y de trabajo, diseñando bloques o equipando rutas, corriendo de las avispas o simplemente charlando, en Jilotepec o en Actopan, riendo o muertos de la risa, pero de todas esas historias prefiero compartir la del inicio, prefiero compartir que fuiste un gran amigo, pero sobre todo y mejor que nadie, que fuiste un auténtico constructor de sueños.


Siempre te vamos a recordar tocayo.